
La evaluación, aplicada a 91.042 estudiantes de 4.178 escuelas de gestión estatal y privada, marca una nueva línea de base para las políticas de alfabetización, según informó la Secretaría. No es comparable con la prueba de 2016, debido a mejoras metodológicas que incluyeron textos cortos, oraciones breves y lectura de palabras con imágenes, permitiendo un análisis más preciso de las dificultades lectoras, especialmente en los niveles más bajos.
El 30,5% de los alumnos está rezagado, lo que significa que enfrentan serias dificultades para comprender textos adecuados a su edad. En el nivel más bajo, 3,3% son “lectores incipientes”, capaces solo de identificar palabras con apoyo visual. Por otro lado, el 45% que alcanza los niveles 4 y 5 demuestra habilidades de comprensión literal, inferencial y, en algunos casos, reflexiva, según el informe presentado en el Congreso Nacional de Alfabetización.
Brechas socioeconómicas y de gestión agravan el panorama. Solo el 40% de los estudiantes de escuelas estatales logra el nivel esperado, frente al 62% en las privadas. Además, el 44% de los alumnos de sectores de menores recursos está rezagado, tres veces más que en los sectores favorecidos (12,6%). Estas disparidades reflejan la influencia del entorno socioeconómico en el aprendizaje, un factor clave señalado por las autoridades.
La prueba, con una participación récord del 86,9% de alumnos y 97,4% de escuelas, mostró diferencias regionales significativas. Formosa, Córdoba y la Ciudad de Buenos Aires lideran en desempeño, mientras que Neuquén tuvo solo un 34% de participación, lo que limita la representatividad de sus datos. Estas asimetrías no se explican por los métodos de enseñanza, ya que provincias con enfoques similares obtuvieron resultados dispares.
La Secretaría de Educación, encabezada por Carlos Torrendell, destacó que los resultados son un punto de partida para el Compromiso Federal por la Alfabetización, acordado en 2024. Este plan incluye 24 estrategias provinciales y una nacional, aprobadas unánimemente para 2025. Los datos de Aprender 2024 guiarán ajustes en estas políticas, con una nueva evaluación prevista para 2026 que permitirá medir avances o retrocesos.
Mejoras metodológicas distinguen esta edición de la prueba. La incorporación de seis niveles de desempeño, frente a los cuatro anteriores, y la inclusión de ítems alineados con estándares internacionales como PISA, buscan un diagnóstico más detallado. Además, se optimizó la implementación con impresión a color y una dupla de aplicadores, garantizando mayor precisión en los resultados.
El desafío ahora es consensuar un nivel “esperable” de lectura para tercer grado a nivel federal, según expresó la subsecretaria María Cortelezzi. Mientras tanto, la distribución de libros a escuelas, interrumpida en 2024, se retomará tras la aprobación de una nueva orden de compra. Estos esfuerzos buscan revertir las carencias detectadas y fortalecer un sistema educativo que enfrenta críticas por su fragmentación y desigualdad.