
Según Alguero, el principal factor que explica esta tendencia es la pérdida del poder adquisitivo de las familias, lo que limita las posibilidades de consumo incluso en bienes de primera necesidad. “La gente prioriza pagar servicios, alquiler, prepaga y medicamentos. Lo que queda para gastar es muy poco”, explicó el dirigente.
El impacto también se refleja en las ventas de alimentos y productos básicos, que registran caídas incluso en supermercados. Esto evidencia un escenario económico recesivo que afecta de manera transversal a todos los sectores, aunque con consecuencias especialmente negativas para el comercio minorista.
En este contexto, el rubro de indumentaria enfrenta una doble presión: la retracción del consumo local y el auge de las compras transfronterizas. Según datos recientes, las compras en Chile aumentaron un 200%, lo que implica un daño directo para los negocios neuquinos que deben competir con precios imposibles de igualar.
“Neuquén sufre una desventaja estructural por los costos elevados que impone la logística, los alquileres y el costo de vida en general”, advirtió Alguero. A esto se suma el fenómeno conocido como “índice Vaca Muerta”, donde muchos precios se elevan como si todos los consumidores tuvieran salarios del sector petrolero, cuando en realidad sólo una minoría accede a esos ingresos.
La venta informal, las plataformas internacionales de fast fashion y la falta de crédito también complican el panorama, generando un cóctel de desafíos que hace difícil la subsistencia de los comercios establecidos. “No se puede competir con empresas como Shein o Temu, que venden productos a precios irrisorios, fabricados en condiciones laborales inhumanas”, subrayó.
A pesar del leve resurgimiento de las cuotas sin interés, los costos financieros siguen siendo asumidos por el comerciante, lo que termina siendo una carga adicional. “Un plan de seis cuotas implica que al comercio le descuenten un 15%. En una economía donde la inflación baja, pero el consumo no despega, eso es insostenible”, indicó.
El cambio en los hábitos de consumo también afecta al comercio local. La gente prefiere destinar su dinero a experiencias, como salidas recreativas o viajes, en lugar de adquirir bienes. “Antes, un sábado a la tarde el centro estaba lleno. Hoy hay más gente paseando por la costa del río que en los locales”, graficó Alguero, quien aseguró que el sector necesita políticas urgentes para recuperar su competitividad.