
Desde el inicio del caso, los padres de Pablo han sostenido que su hijo no se suicidó, como se intentó instalar, sino que fue asesinado dentro del cuartel. «La ciencia lo dice. Pablo no se suicidó. Lo mataron», expresaron.
“Tuvimos que soportar el dolor inconmensurable de perder a un hijo y la mentira sistemática de quienes intentaron sacarse el problema de encima” expresó su familia.
Los familiares criticaron duramente el accionar de las fuerzas federales, al juzgado federal de Zapala y al Ejército, a quienes acusan de no haber impulsado medidas fundamentales durante la investigación. “Nos hicieron esperar 30 días para una autopsia. Se destruyó evidencia. Pusieron a Pablo de guardia un día que no le tocaba”, enumeraron.
Con la llegada de un nuevo juez, los padres se mostraron esperanzados en que finalmente se reactive la causa. “Tiene todas las cartas en su mesa. Le rogamos que haga justicia. Hay gente que fue cómplice y que sigue caminando libre por Zapala”.
A 26 meses del crimen, el dolor de la familia no se ha atenuado. “Vivimos con agonía. Seguimos esperando saber quiénes asesinaron a Pablo. Queremos confiar en la justicia, aunque nos lo hayan puesto muy difícil. Vamos a seguir luchando”.
El caso de Pablo Córdoba se convirtió en uno de los más oscuros episodios recientes en las fuerzas armadas argentinas. La falta de respuestas judiciales y el silencio institucional refuerzan el reclamo: justicia por Pablo Córdoba.