
Zamboni detalló que la planta de psiquiatras se redujo un 50% en el último año, al igual que psicólogos y traumatólogos que migraron o redujeron su carga horaria para poder trabajar en el sector privado. Sin embargo, las clínicas privadas en Bariloche tampoco ofrecen condiciones óptimas, lo que impulsa a muchos trabajadores a mudarse a otras provincias como Neuquén, La Pampa o Chubut. La entrevistada indicó que la guardia central del hospital cuenta con solo cuatro médicas de planta para toda la semana, mientras que áreas como neonatología y enfermería funcionan con personal reducido al extremo.
Además, Zamboni criticó las recientes declaraciones del gobernador de Río Negro, quien aseguró defender los derechos laborales de los residentes, a pesar de que la provincia mantiene un sistema de becas sin aportes previsionales ni estabilidad laboral. La referente gremial también denunció que no hay avances en las negociaciones con el Ministerio de Salud, y que los intentos de diálogo en los últimos meses no han dado resultados concretos.
«El sueldo base remunerativo es de apenas 200 mil pesos sobre un total de 2 millones, el resto son bonificaciones y montos en negro», explicó Zamboni, que también señaló el deterioro emocional y físico del personal de salud: guardias de 16 horas, desgaste mental y sensación de abandono. La situación se vuelve aún más compleja debido al alto costo de vida en Bariloche, que como ciudad turística tiene precios inaccesibles incluso para los residentes.
Ante este escenario, ATE exige la declaración de la emergencia sanitaria provincial, la recomposición urgente de salarios y un plan de incorporación real de profesionales que frene el éxodo hacia otras jurisdicciones. Mientras tanto, la salud pública en Río Negro sigue al borde del colapso, con trabajadores al límite y pacientes desprotegidos.