
De esta manera, busca convertirse en una alternativa para reparar huesos que no logran consolidarse solos, informó la Agencia CyTA-Leloir.
La terapia se basa en la estimulación de ciertas células madre adultas (mesenquimales) con ácido hialurónico, una sustancia natural del cuerpo que hidrata los tejidos. Después de 10 años de trabajo, científicas del Centro de Investigaciones Básicas y Aplicadas (CIBA) de la UNNOBA, en Junín, descubrieron que la combinación generaba células óseas.
Las células madre mesenquimales están presentes en diversos tejidos del organismo adulto y son multipotentes, es decir que tienen la capacidad de autorrenovarse y de diferenciarse en varios tipos de células, incluyendo hueso, cartílago y grasa.
“Como las células mesenquimales poseen una gran cantidad de receptores de ácido hialurónico, quisimos ver qué pasaba cuando los combinábamos. Así, pudimos observar que éste les envía señales para que se conviertan en óseas. Entonces pensamos que ahí había una potencialidad y que esa unión podía ser capaz de regenerar huesos dañados”, detalló a la Agencia CyTA-Leloir la doctora en Inmunología Laura Alaniz, directora del Laboratorio de Microambiente Tumoral del CIBA.
El grupo de investigación realizó pruebas in vitro y en modelos animales y los resultados fueron siempre positivos. “No sólo vimos que el hueso se regeneraba, sino que además hicimos ensayos mecánicos y observamos que aquellos tratados quedaban con funciones biológicas mejores que los sanos: podían soportar mayor peso y tenían una buena rigidez, pero también con flexibilidad; es decir, todo lo que se requiere cuando un hueso se quiebra”, describió Alaniz, quien hoy se desempeña como CEO de la startup MesencHyal-T.
Teniendo en cuenta que la “materia prima” del potencial producto (células madre mesenquimales) puede encontrarse tanto en la sangre del cordón umbilical como en tejido adiposo (grasa), las investigadoras optaron por la primera opción porque se trata de un material que –en la mayoría de los casos– se desecha luego del parto.
“Una vez creada la startup, nos vimos frente al desafío de buscar el mejor lugar donde encontrar esas células. Así llegamos al Banco Público de Sangre de Cordón Umbilical del Hospital Garrahan (BPSCU)”, señaló Alaniz.
«Además de volver a demostrar en modelos animales su eficacia, lo que tenemos que garantizar es que las células que se produzcan sean seguras para llegar a la etapa de ensayos clínicos, es decir, con pacientes”, detalló Valeria Roca, investigadora del CONICET y miembro del BPSCU.
Si bien la producción es costosa, Alaniz estima que el producto deberá aplicarse una sola vez en la zona de lesión, por lo que la relación costo-beneficio debería ser positiva. Respecto a los plazos, las investigadoras esperan poder tenerlo listo dentro de un año y medio.
“Lo que estamos haciendo es un tratamiento realmente innovador, no hay productos similares en el resto del mundo. Se trata del primer protocolo de estas características y sentará las bases para lo que pueda venir después”, resaltó Roca.