
Vanessa y Daniel, sus padres, recordaron el calvario vivido: desde los primeros días de terapia intensiva, cuando Lautaro gritaba que se prendía fuego por la ansiedad y los efectos de la medicación, hasta la lenta pero firme reconstrucción de su vida. Hoy trabaja, estudia Recursos Humanos, vive en pareja y celebra pequeños logros que hasta hace un tiempo parecían imposibles.
«En 2021 no podía ni perforar una hoja para una carpeta», relató su madre.
Durante una entrevista en Radio 7, destacaron que el origen del drama no fue sólo la noche ni el alcohol, sino la falta de valores y límites que deben inculcarse en casa.
«No hay que ponerle el cascabel a la noche. El cascabel es la conciencia individual, que nace en la familia”, afirmó Vanessa.
En esa línea, cuestionaron el rol del Estado y de la Justicia, pidiendo leyes más duras y sentencias ejemplares que eviten que los agresores reincidan.
Lautaro fue agredido cuando intentó calmar una pelea. Las falsas versiones indicaban que había participado de los disturbios, pero la pericia forense y el juicio demostraron que no tenía lesiones en sus manos y que nunca golpeó a nadie. La familia destacó también el trabajo del Departamento de Seguridad Personal de la Policía de Neuquén, que acompañó el caso desde el primer momento.
«Lautaro es un milagro. Es resultado del amor, de la fe, de la ciencia y de no bajar los brazos nunca», concluyó su madre.
Hoy, su historia se transforma en testimonio y llamado a la acción: la violencia no se frena sólo con leyes, sino con valores que nacen en casa y con una sociedad que deje de mirar para otro lado.