
Todo empezó a las seis de la tarde del domingo, cuando un pedido desesperado llegó a la central del 911 RN Emergencias: una joven madre pedía ayuda porque su hijo no podía respirar. Los operadores dieron aviso al hospital Ernesto Accame y a la Comisaría 33°.
Minutos después, los efectivos llegaron al domicilio de calle Río Limay y encontraron a la familia en shock. El pequeño estaba inconsciente y sin reacción.
Sin esperar la ambulancia, lo cargaron en el móvil policial y partieron rumbo al hospital de Allen. En el asiento trasero, uno de ellos comenzó a realizar maniobras de reanimación, mientras el vehículo avanzaba con la sirena encendida.
El silencio del momento se rompió cuando el niño tosió y volvió a llorar. Fue el sonido más esperado. Esa mínima señal devolvió el alma al cuerpo de todos los presentes. Al llegar al hospital, los médicos confirmaron que el bebé estaba fuera de peligro y que había sufrido un atragantamiento mientras comía.
Desde el Ministerio de Seguridad destacaron la actitud de los uniformados que se hicieron cargo de la difícil situación y lograron salvarle la vida al pequeño.