
Entre esas respuestas se extienden los refugios climáticos: bibliotecas que se activan como centros de enfriamiento, plazas con arbolado denso, instalaciones bioclimáticas temporales, corredores verdes y arquitecturas que imitan a la naturaleza para estabilizar el confort. Condé Nast Traveler reunió un listado con ejemplos en distintas latitudes que muestran cómo estas piezas, desde prototipos móviles hasta edificios icónicos, pueden mitigar el calor extremo.
Refugio Frey (Bariloche, Argentina)

Clásico de la cordillera patagónica, el Refugio Frey integra el circuito de los “4 refugios” del Parque Nacional Nahuel Huapi. Inaugurado en 1957 y emplazado al pie de agujas graníticas, ofrece pernocte, cocina y calefacción a leña para montañistas que atraviesan un ambiente de meteorología cambiante y frío intenso.
Su valor climático es doble: proporciona resguardo físico inmediato y estructura una red segura de etapas en un entorno de alta exposición. La arquitectura de piedra y madera sostiene una tradición de montaña que hoy también es adaptación al clima.
Refugio climático de Skuta Eslovenia)

Encajado en el paisaje rocoso de los Alpes de Kamnik-Savinja, Skuta es un pequeño refugio de alta montaña ubicado a más de 2.300 metros de altura. El volumen, de líneas afiladas y tres módulos, se ancló a la ladera para resistir vientos y nieve, con interiores de madera que priorizan el descanso, la seguridad y el mínimo impacto en el entorno.

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El aislamiento está pensado para responder a cambios térmicos bruscos, mientras que los paños vidriados abren vistas a los picos nevados. Con capacidad para grupos de montañistas, funciona como parada esencial en travesías de clima severo y como demostración de cómo el diseño puede salvar vidas en altura.
Aire de Repos (París, Francia)

En la periferia norte de París, Aire de Repos se concibió como un refugio diurno para jóvenes: un espacio modular, móvil y de bajo costo energético que se monta y desmonta según la necesidad. Su diseño incorpora criterios bioclimáticos (sombra, ventilación cruzada, materiales sostenibles) y un programa flexible para actividades comunitarias.
Más que un “objeto”, es una infraestructura social que da respuesta rápida ante desplazamientos forzados y olas de calor. Su lógica replicable permite llevar confort climático a puntos críticos de la ciudad, lo que refuerza la idea de refugio como red, no solo como edificio.
Biblioteca Pública de Nueva York (Estados Unidos)

Las bibliotecas neoyorquinas sumaron un rol vital: centros de enfriamiento durante olas de calor. La New York Public Library abre sedes en los tres boroughs que cubre (Manhattan, Bronx y Staten Island) para ofrecer interiores climatizados, agua, descanso y actividades gratuitas a quien lo necesite.
La medida apunta a reducir golpes de calor y desigualdades energéticas en hogares sin aire acondicionado, con un recurso cultural y comunitario a la vez.
Polinature, refugio climático de la Universidad de Harvard (Estados Unidos)

Polinature es una estructura “plug-in” y de bajo costo: un esqueleto de andamio cubierto con vegetación nativa y toldos inflables que generan sombra, evapotranspiración y corrientes de aire. Nace para llevar confort climático inmediato a barrios con “déficit de parque” mientras se implementan soluciones permanentes.
El módulo, instalado en Harvard, funciona como prototipo replicable: se monta rápido, se desarma, usa componentes reutilizables y atrae polinizadores, lo que suma biodiversidad al control térmico. Su estrategia muestra cómo un micro-oasis puede bajar la temperatura y activar el espacio público con criterios de equidad.
ALPHA, Climate Shelter for Humans and Birds (Barcelona, España)

La instalación ALPHA, del estudio barcelonés TAKK, transformó la terraza del Centre d’Art Santa Mònica en un refugio rosa chicle que protege del sol y acoge también a aves y otras especies urbanas. Su geometría crea bóvedas de sombra, incorpora vegetación y puntos de descanso, y convierte una explanada dura en un lugar habitable durante el verano.
El proyecto dialoga con la extensa red de refugios climáticos del área metropolitana de Barcelona, pionera en España, y explora una estética lúdica para comunicar urgencia climática sin renunciar al disfrute del espacio público.
Salón de Baile del Círculo de Bellas Artes (Madrid, España)

En pleno centro de Madrid, el Salón de Baile del Círculo de Bellas Artes se metamorfosea en un refugio climático estival: vegetación, mobiliario, wifi, agua y un “siestódromo” con hamacas para descansar en jornadas de calor agobiante. El espacio, gratuito, plantea una pausa colectiva frente a la hiperproductividad.
Además de ofrecer confort térmico y descanso, el Círculo programa talleres y actividades culturales, lo que refuerza la dimensión comunitaria de estos refugios. La propuesta es un antídoto urbano a la isla de calor.
Corredores Verdes de Medellín (Colombia)

La capital antioqueña convirtió márgenes de calles y cursos de agua en corredores vegetales que conectan parques, suman sombra, capturan contaminantes y redujeron en torno a 2 °C la temperatura media. La estrategia ejemplifica soluciones basadas en la naturaleza contra la isla de calor.
Los corredores verdes también impulsan movilidad activa y biodiversidad, con mantenimiento relativamente bajo y alto impacto social en barrios expuestos. Es un caso replicable en América Latina para ganar confort térmico a escala urbana, sin depender solo de aire acondicionado.
Fuente: INfobae