
El Rincón no pertenece a ningún municipio. No es parte administrativa de Villa La Angostura ni de Villa Traful, aunque ambas localidades están relativamente cerca. Además, todo el paraje se encuentra dentro de la jurisdicción de Parques Nacionales, lo que suma una complejidad adicional: no tienen un ente institucional claro al cual reclamar. “Podríamos hacer una biblioteca con todas las notas enviadas a Parques Nacionales. Nunca nos respondieron”, señaló Regazoni.
En diálogo con la prensa, la vecina explicó que la vida cotidiana en El Rincón es extremadamente dura. La gente se abastece de agua natural con mangueras que se congelan en invierno, no hay caminos despejados durante las nevadas, y el transporte sanitario depende de contar con un vehículo propio para viajar 30 kilómetros ante cualquier emergencia. La calefacción y la cocina dependen de la leña que cada familia debe proveerse.
El pasado lunes, representantes del paraje presentaron un petitorio ante la Legislatura de Neuquén solicitando formalmente ser declarados comisión de fomento. El proyecto fue ingresado y enviado a comisión, a la espera de obtener un número de expediente para hacer su seguimiento. Desde la Legislatura no hubo aún definiciones, pero los vecinos esperan que al menos algún representante provincial visite el paraje y conozca su realidad.
La historia del lugar se remonta a mediados del siglo XX, cuando el Estado Nacional entregó tierras a Francisco Bonanza, un poblador que luego cedió por vía informal parte de esas tierras a otras familias. En ese contexto, muchos vecinos se instalaron en El Rincón por necesidad habitacional y fueron construyendo su vida en un espacio donde el crecimiento urbano no fue acompañado por el Estado.
Uno de los aspectos que más tensión genera es la convivencia con Parques Nacionales. Si bien los vecinos aseguran que no buscan expandir el área ocupada, las obras necesarias para garantizar servicios —como movimientos de suelo para infraestructura básica— podrían chocar con regulaciones ambientales vigentes. “Tratamos de respetar lo más posible el entorno. Pero la necesidad nos trajo a vivir acá. Villa La Angostura y Traful nacieron de la misma manera”, explicó Regazoni.
La demanda por reconocimiento institucional no es solo simbólica. Ser comisión de fomento les permitiría gestionar presupuestos, articular servicios básicos, acceder a planes provinciales y tener interlocución política. Hoy, en cambio, no tienen representación alguna y viven “en el medio de todo, pero sin nadie que se haga cargo”.